A cuento del derbiVeo que una vez más recae sobre mí la tarea de hacer arte de birlibirloque y sacar una crónica de la nada. A este respecto, ya que hacía alguna que otra ida y venida que no escribía más de dos frases seguidas en este blog, aprovecharé la ocasión para denunciar públicamente el estado de semiabandono, por no decir de abandono total, al que lleva abocado el blog en los últimos meses. Veo que las personas a las que cedí uno de los numerosos legados de mi paso (volveré) por el equipo andan ahora inmersas en otras actividades ociosas que, no me cabe la menor duda, les proporcionan más y mejores contraprestaciones. Pues recordad amigos míos, todo en esta vida va y viene, menos dos cosas, la familia y el blog, que siempre estarán ahí cuando los necesitéis. No lo olvidéis.
Hablábamos del derbi. El destino volvía a juntar a dos equipos sénior de Paúles en una misma fase de competición tras muchos años, probablemente demasiados, y lo hacía para recordarnos que, como bien reza el dicho, cualquier época pasada fue mejor. Paradojas del destino o no y sin ánimos de ponernos melodramáticos, el domingo por la mañana se dieron cita en el colegio de Paúles pasado, presente y futuro de este club; queda en manos de cada cual el incluirse en una u otra delimitación temporal, así como sus posibles motivaciones. Tampoco me gustaría desaprovechar la ocasión para hablar sobre un tema que me lleva rondando por la cabeza durante un tiempo y del que algún día me gustaría explayarme más en profundidad. No me cabe la menor duda de que mi opinión sería bien distinta si perteneciera al consejo escolar, si formase parte de la congregación de Padres Paúles con sede a cientos de kilómetros de Barakaldo, o bien si fuese la persona encargada de decidir entre instalar un parqué para que un grupo de tarugos maltraten un deporte centenario o dotar al colegio de unas instalaciones aptas para los fines educativos del mismo. Sin embargo, como persona que ha pasado más de media vida en el campo, las gradas y los alrededores del antiguo pabellón, encuentro harto difícil hallar algo de sentido en la nueva instalación que preside el patio del colegio. Cierto es que la situación actual del club le hace merecedor de poco más. No obstante, la historia de la entidad posiblemente sí se merecía algo más. Como digo, algún día le daré algún giro más de tuerca a la cuestión.
Cualquiera que a estas alturas siga perdiendo cinco minutos de vida en leer mis conatos de crónicas sabrá que no suelo prodigarme demasiado en comentar en profundidad lo sucedido dentro del campo ni mucho menos recurrir a análisis técnicos del partido. Como se trata de un derbi, la ocasión viene ni que pintada para recurrir al típico maratón de topicazos: mucha emoción, tanteo bajo y el baloncesto que brilla por su ausencia. No tengo ningún problema en declarar que, sobre el papel, más exactamente sobre el cemento, el autoproclamado equipo de viejas glorias (el responsable sigue en paradero desconocido) era, es y será netamente superior. Hombre por hombre, únicamente los puestos de pívot pueden albergar ciertas dudas en la comparación. Sin embargo, amigos míos, esto del deporte, como posiblemente todo en la vida, tiene mucho de estados de ánimo. El domingo se dieron cita un equipo que viene de más a menos, viviendo de rentas obtenidas hace ya demasiados meses, en un estado físico que por distintos motivos ha distado mucho de ser el adecuado prácticamente desde octubre y que empieza a dar síntomas de que la temporada se le acabará haciendo demasiado larga y otro que viene con una trayectora opuesta a lo largo de la competición, cuyo techo parece todavía por alcanzar y que, posiblemente, el domingo contaba con una motivación extra por enfrentarse a veteranos del club.
A pesar de estos factores, lo cierto es que el equipo (nuestro equipo, lo sigo considerando mío, lo siento) supo mantener el partido controlado y llevarlo a su terreno durante aproximadamente tres cuartas partes del mismo y sólo los triples de los jugadores contrarios hicieron que la renta no fuese más amplia. Sin embargo, una serie de jugadas que cuanto menos podríamos catalogar de extrañas (creo que ya hay constancia gráfica de alguna de ellas en la web del club), acompañadas de los ya más que recurrentes despropósitos en ataques y contraataques, dieron la vuelta al marcador. A lo largo del cuarto final, el equipo que el domingo actuaba como local supo mantener una renta de tres o cinco puntos que al final se antojaría insalvable para los visitantes. La concesión de tres rebotes ofensivos por nuestra parte en los últimos minutos sentenciaron este primer acto del derbi. Al final del partido, abrazos, choques de mano y deportividad generalizada. Sin ánimo de herir sensibilidades, hablar de cariño me parece un poco exagerado. Malos tiempos para la lírica...
Nueva derrota que invita a sacar pocas conclusiones que no hayan sido analizadas ya anteriormente en este blog durante la temporada. Probablemente lo que sucede los fines de semana venga a ser el fiel reflejo de lo que acontece, o más bien, no acontece, durante la semana. Me permitiré el lujo de refugiarme en los kilómetros para no profundizar en el tema y dejar que sean los directamente implicados quienes lo hagan. En aproximadamente mes y medio, segundo acto del derbi. Mismas caras, misma hora y mismo sitio. Esperemos que para entonces los aires primaverales y, por qué no, el cambio climático hayan incrementado la temperatura de la chapa de las gradas en varios grados y, de este modo, los allí presentes no se arriesguen a volver a sus respectivas casas con una cistitis, en el mejor de los casos.
Hasta entonces, suerte para ambos equipos.
En un hecho histórico y sin precedentes la dirección general de este equipo ha tomado la decisión de adquirir nada más y nada menos que 2 balones de baloncesto para partidos y entrenamientos.
