La verdad es que tras partidos como el de ayer tarde a uno le provoca gran placer sentarse delante de la pantalla del ordenador a escribir una crónica. Partidos como los de la semana pasada, especialmente el del domingo contra Zornotza, en los que el equipo despliega un juego relativamente digno, hacen desaparecer la vena creativa que lleva uno dentro, quedándole a un servidor simplemente la opción de halagar el buen hacer de los miembros del equipo, algo que dista bastante del objetivo principal de estas crónicas.
Hablábamos en la previa de la tragicomedia con la que semanalmente premiamos a todos aquellos osados que se aventuran a desperdeciar dos horas de su vida en vernos jugar. Pues bien, ayer sábado, nuestro equipo, en línea con su fiel compromiso con la difusión de la cultura ibérica, optó por cambiar de estilo literario y recurrir directamente a un episodio esperpéntico del que hasta el mismísimo Valle-Inclán hubiese estado orgulloso. Por supuesto, protagonistas estelares de dicho episodio fueron los miembros de este equipo, con el árbitro de la contienda como estrella invitada.
Centrémonos primero en el partido. Una lengua tan rica como el castellano carece de los calificativos necesarios para describir el primer tiempo que hicimos ayer en Gaztelueta. Estoy seguro de que nadie discrepará si afirmo que posiblemente el de ayer fue el peor primer tiempo de toda la temporada. Durante esos 20 primeros minutos Gaztelueta nos barrió literalemente de la pista. Defendieron mejor que nosotros, atacaron mejor que nosotros (tardamos 5 minutos en anotar nuestro primer punto, ni recuerdo cuándo fue nuestro primera canasta en juego) y, en definitiva, corrieron bastante más que nosotros, todo ello aderezado por un renovado y mejorado repertorio de despropósitos a la hora de atacar la zona del equipo contrario, que incluye pasarles el balón directamente al pecho sin que ni siquiera tuvieran que hacer ademán de elevar sus extremidades superiores. Resumiendo, el marcador al descanso reflejaba (creo) una desventaja de aproximadamente 15 puntos y más de uno ya firmábamos en nuestras cabezas el irnos del colegio de Gaztelueta con una paliza de "sólo" 25 puntos.
Los primeros minutos del tercer cuarto mostraron pocos signos de que la situación fuera a mejorar. Sin embargo, entrado el tercer cuarto, el equipo comenzó a mostrar leves indicios de mejoría tanto en ataque como en defensa, debido también en parte a que el magnífico juego desplegado por Gaztelueta durante el primer tiempo comenzó a difuminarse. De ahí hasta el final del partido únicamente recuerdo que, sin saber muy bien cómo, un triple de Berce nos puso 1 punto por delante a falta de pocos segundos. Sin embargo, una vez más, no estábamos dispuestos bajo ningún concepto a que este partido acabara con tan pocas dosis de dramatismo, así que en la última defensa decidimos comerte falta sobre uno de sus mejores tiradores estando ya en bonus. Su primer tiro libre empató el partido; dado que el jugador de Gaztelueta erró su segundo tiro, decidimos dejarles que nos cogieran el rebote, pero también fallaron y el partido se fue a una prórroga en la que ya no concedimos más oportunidades y nos llevamos la victoria de vuelta para casa, todavía perplejos del devenir final del encuentro.
Y el arbitraje. Qué decir del arbitraje y de la persona responsable del mismo. Un modesto servidor creía haberlo visto y oído ya prácticamente todo durante esta temporada: faltas ficticias, 2+1 surrealistas, redacciones grotescas de actas en las que casi la totalidad de las faltas y los puntos están asignados de forma errónea, árbitros que vienen a pitar lesionados, otros que sin estarlo se pasean por el campo como el Litri por el ruedo de la Maestranza, otros que pitan a 25 metros de la jugada, contestaciones de todos los colores y sabores y un larguísimo etcétera. Pues bien, ayer fuimos testigos de otro hecho insólito hasta la fecha: el señor colegiado señala una técnica al banquillo local por gritar "Zona", a lo que el entrenador responde que ha sido alguien del público (lo desconocemos), tras lo cual, dicho árbitro pide perdón y retira la técnica. Para más inri, justo en el momento de señalar la técnica, Jonju metía una canasta que, por supuesto, acabó en el limbo de las canastas no concedidas.
No suelo tener la costumbre de narrar en las crónicas las aventuras y desventuras en las que me veo involucrado en los partidos, pero en esta ocasión me veo obligado a mencionar un hecho acontecido entre el final de los 40 minutos y el principio de la prórroga. Durante aproximadamente el último medio minuto del último cuarto, y con una jugada que podía decantar el encuentro de un lado o del otro, el marcador reflejaba un falso 65-66, ya que el mesa no había subido el tiro libre de Gaztelueta anteriomente citado, cosa que no decidió hacer hasta el final del partido. Finalizados los 40 minutos, me acerqué al mesa y le dije "Ya te ha costado subir el último punto de ellos", además de exponerle la importancia que tiene que en finales tan apretados el marcador refleje correctamente el tanteo real. En ese momento, entra en acción el árbitro de la contienda y dice que, por pesados, la prórroga se jugará sin marcador, tras lo cual comienza a aporrear la consola del marcador como si estuviera jugando a la Super Nintendo, repitiéndome con insistencia que no habrá marcador y que si le estoy oyendo, a lo que yo le contesto "No te estoy oyendo", momento en el que me señala una técnica.
Nunca le negaré a nadie la dificultad que entraña pitar un partido de baloncesto, más si cabe cuando ha de hacerse dicha labor sin la ayuda de más compañeros. El problema es que muchos árbitros se empeñan en hacerlo aún más complicado. Y lo que ya es intolerable es que haya señores que se piensen que por ir vestidos de gris pueden dirigirse al resto de los mortales como si fueran chulapos de Chamberí, amenazándote con quitarte la ficha como si de la extirpación de un riñón se tratara.
Buena semana a todos.
HM Borja
Etiquetas: Crónicas 2006-2007